Cancelar el año de México en Francia no es un acto de dignidad sino de flaqueza. Es un gesto de ofendido y humillado que tira golpes al aire y se lastima la mano. El pequeño presidente bravucón Sarkozy lanzó la provocación: "En cada acto cultural habrá un discurso dedicado a Cassez. Donde se cuestionará a México y su sistema de justicia". Y el gobierno mexicano, intimidado, le creyó que podría. Sarkozy está en su momento de más baja popularidad en Francia y en Europa. Tiene a todo mundo hasta el copete con sus desplantes de mal gobernante y justamente los jueces de Francia acaban de hacerle una inmensa manifestación en todo el país por querer manipularlos. Y en los actos culturales, el discurso del político es lo menos importante, lo que todo mundo se salta y lo que NADIE escucha. ¿Qué importancia puede tener el discurso de un micropolítico sarkoziano en una inauguración ante una magna exposición internacional de Rufino Tamayo, por ejemplo, que duraría meses en el Petit Palais, uno de los principales recintos de arte de Europa, al que asisten cientos de miles de personas que hacen filas durante horas para lograr entrar? Hubiera sido la primera exposición retrospectiva de Rufino Tamayo en Francia y una de las más completas. ¿No sería mejor para México mostrar a Tamayo?
No, para el gobierno mexicano, de nuevo mal aconsejado, es mejor y más fuerte su carta llorosa, digna y ofendida negándose a completar su compromiso con los 500 proyectos culturales que están en marcha. El ejemplo de Tamayo es uno. El año entero era una oportunidad para México y concretamente para el gobierno de Calderón de mostrar que este país es mucho más de lo que dice la prensa amarillista. El problema es que para los políticos de uno y otro gobierno no lo es. ¿Cuándo se darán cuenta nuestros gobernantes que lo mejor de México es su creatividad artística y cultural? Lo único en lo que México es de primer mundo. No en el futbol, ni en la economía, ni en la política y mucho menos en el tema de la justicia: último sótano de nuestros defectos. ¿Por qué entonces dejar que lo peor de México impida que lo único presumible sea valorado? En Francia me preguntan los amigos antiSarkozianos ¿Por que su gobierno no ama a su país? ¿No están orgullosos de lo que tienen? ¿No aman su trabajo verdad?
El gobierno mexicano no se dio cuenta de que cuando Sarkozy se entrevistó con los padres de Cassez y les dijo que pediría su extradición "les estaba dando el avión", como se dice cuando un político dice que sí pero no dice cuándo. Ya antes había pedido su traslado y él ya sabía que no sirve para nada hacerlo. Decir además que cada acto estaría dedicado a ella era un gesto retórico imposible y sin importancia mayor. Los discursos de los políticos en un acto cultural es lo primero que se lleva el viento. Sin embargo, eso que era poca cosa en los hechos, gracias a la torpe decisión del gobierno mexicano una vez más se convirtió en noticia internacional y todos los medios le han dedicado más tiempo que a ninguna otra noticia, incluyendo lo que pasó ayer en Egipto. ¿México merece eso? De nuevo, apagando fueguitos con las manos se quemó la piel, multiplicó con ella la hoguera y quemó a México. ¿Cómo quieren mejorar la imagen del país cuando tiran por la borda cada oportunidad internacional que se les presenta? No es la primera. Es una lástima que a nuestro presidente nadie le enseñó de pequeño que a los niños bravucones, a los bullies, no se les controla a golpes desesperados sino con inteligencia certera que rebase su área de abuso.
Cuando en el 2009 la feria del libro de Francia estuvo dedicada a México ya estaba vivo el tema de Cassez. Gracias a una política certera de Protrad, ese organismo que une a Relaciones Exteriores y a Conaculta bajo la batuta de Phillipe Ollé Laprune, director de la Casa Refugio, se publicaron más de cuarenta libros de mexicanos de golpe. Más o menos el mismo número de títulos de literatura mexicana que se había publicado allá en los últimos 30 años. Como resultado, todas las vitrinas de todas las librerías de Francia, y allá sí hay una en cada barrio, estaban dedicadas a México. Todas las revistas y periódicos dedicaron números especiales a la literatura mexicana. Mejor propaganda no era posible. ProMéxico, supuesto organismo promotor de México en el exterior, encabezado entonces por el actual Secretario de Comercio se negó a apoyar el proyecto financiado entonces por Conaculta con el argumento, cito textualmente: "Si fueran aguacates sí le pongo dinero, pero para promover libros no le entro." Algo que no mucha gente se enteró es que a cada uno de los escritores que fuimos nos entrevistaron sin cesar en radio y además de las preguntas literarias el tema de Cassez salía siempre a colación. Hasta donde yo vi cada uno, espontáneamente expresó sus dudas sobre la inocencia aunque para los franceses era un hecho. Y habló de los testimonios de las asociaciones de víctimas de secuestro, asociaciones no gubernamentales como la que con gran autoridad moral encabeza Alejandro Martí y que tiene razones para negarse a la extradición que pide Sarkozy. No hay que ser gobiernista para conocer y mencionar la existencia de estas opiniones. Esto, espontáneo, mútiple y multiforme, es algo que ninguna campaña de publicidad gubernamental hubiera podido pagar ni planear ni controlar. Y algo muy similar multiplicado por diez hubiera pasado en los medios franceses con el año de México. El gobierno tiró a la basura una de sus mejores cartas. La de las voces espontáneas e informadas hablando de manera no oficial del caso. Y la de un inmenso despliegue de cultura mexicana inigualable a nivel internacional y que nunca más habrá oportunidad de mostrar así. Lástima que no son aguacates.
En lo que toca al caso Cassez, ya se ha dicho: el hecho conocido y reconocido de que el proceso judicial se documentó mal y se escenificó después para las cámaras no produce automáticamente la inocencia de la Cassez del delito de cómplice de los secuestros. En otras legislaciones, y notablemente en la francesa, un error de procedimiento obliga a liberar al inculpado. No así en México donde, además, tres instancias de jueces la han vuelto a inculpar. Pero si eso no la hace inmediatamente inocente, de la misma manera no hace inocente al sistema judicial mexicano y su sistemática fabricación de culpables. Aquí hay dos juicios en curso, y el que nos muestra lo vicioso, enfermo y corrupto del sistema judicial mexicano es el caso de un inmenso culpable que no ha sido apresado y que sigue abusando de todos los mexicanos. El gobierno tendría que aceptarlo y actuar en consecuencia, no reformar sino revolucionar el sistema judicial en México, entre otras razones además de las de la justicia, para comenzar a ser verosímil ante sus gobernados y el público internacional.
Víctimas de toda esta comedia de equívocos, bravuconadas, orgullos ofendidos y falta de respeto a cada país por sus propios gobernantes y los de enfrente no son la cultura o los artistas sino la gente que ama apasionadamente descubrir otras civilizaciones. Las personas que encuentran en las artes de diversos países una dimensión del sentido de sus vidas y que iban a descubrir que México es mucho, pero mucho más que la nota roja de la sección policiaca que monopoliza la atención actualmente. No podrán descubrirlo porque hay quienes piensan que toda esa gente iba sobre todo a escuchar a los políticos inaugurar muestras de arte. A final de cuentas, la víctima principal es México en todas sus dimensiones. Incluyendo a la larga sus aguacates. Cancelar el año de México en Francia fue una muy mala decisión tomada con muchos gatos en la panza, sin lectura y escasa reflexión, malos consejos y muy poca música de fondo.